La pandemia nos está obligando a cuestionarnos todo. Absolutamente todo. A cada día que pasa aparecen más preguntas que respuestas, lo que provoca que una nebulosa de incertidumbre absorba nuestro ser. Los autónomos no saben cuándo podrán volver a abrir, los hinchas rojiblancos intentan calcular cuándo podrán regresar a su asiento en preferencia y todos los internautas esperamos con ansias el enésimo tuit de una farmacéutica con el porcentaje de eficacia de su vacuna.
Pero tras casi ocho meses de crisis sanitaria, la principal pregunta que se nos viene a la cabeza no es ninguna de esas, aunque ojalá podamos pasar por la Puerta de los Entrenadores lo antes posible y homenajear como se merece a Diego Martínez. La cuestión en cuestión es: ¿Lo estamos haciendo bien? Es decir, ¿los encargados de velar por la seguridad y de frenar la incidencia del virus en nuestro país están actuando de una manera eficaz y consecuente?
Se trata de un debate constante en la opinión pública desde el pasado mes de marzo, justo cuando el virus dio el pistoletazo de salida a toda esa incertidumbre y misterio que se cierne sobre nuestras vidas. Bien, aunque las alabanzas y las críticas de la gestión de la crisis sanitaria nunca cesarán, es conveniente mirar más allá de nuestras fronteras para descubrir nuevas técnicas y procedimientos higiénicos. Nunca se sabe dónde ni cuándo el cerebro puede hacer click.
Precisamente de eso tratan los tuits didácticos de Nyscalo, un tuitero corriente con más de 11.000 seguidores. A principios de noviembre, Nyscalo narró a modo de fotoperiodista su vuelta a casa en la ciudad china de Shanghái procedente de España. Desde su aterrizaje en el aeropuerto asiático y hasta por un hotel obligatorio para pasar la cuarentena. Sin duda, una odisea más propia de George Orwell que de Homero.
Vamos por el principio. Antes de volar desde España a China, nuestro protagonista tuvo que presentar ante la embajada asiática una PCR negativa realizada 72 horas antes del tomar el vuelo. Tras el visto bueno de la misma, Nyscalo subió al avión que lo transportaría de su tierra natal hasta otra más propia de la serie B más B que uno pueda imaginar. Con la salvedad de que faltan letras en el abecedario con las que poder describir tal realidad. O tuitearla, mejor dicho.
Aterrizaje y ‘Among Us’
Una vez llegado a la capital china, personal equipado al completo con trajes de buzo desechable, de esos que hacen parecerte a los monigotes del ‘Among Us’, inició un desalojo por grupos para sacar a los pasajeros del Boeing. La operación se extendió por más de dos horas. Así, Nyscalo accedió a la terminal, donde recibió un código QR y unas instrucciones para recoger el equipaje extensa cola mediante. La próxima parada no iba a ser su casa precisamente, donde le aguardaba su mujer, sino un hotel donde pasar catorce días de cuarentena. Por si acaso. No vayamos a…
Después de sentirse como «una rata» en el hipercontrolado aeropuerto chino, Nyscalo recaló en un hotel acondicionado para la ocasión. Al llegar le obsequiaron con «un termómetro y unas pastillas de lejía para disolver las heces antes de tirar de la cadena». El futuro ya está aquí, cantaban Radio Futura. Una moqueta de plástico cubría el suelo del pasillo y, junto a las habitaciones, el servicio del hotel depositaba las bandejas de comida en una mesita situada en cada puerta. No dar pie a ningún tipo de contacto con el cliente era la prioridad. Bueno, cliente o recluso.
Tras una semana llena de controles sanitarios y de temperatura, y sin poder salir de la habitación bajo ningún concepto, el pelotón de tripulantes del ‘Among Us’ accedieron a trasladar al sujeto a su vivienda en Shanghái. Allí pasaría la segunda semana de aislamiento. A su llegada, dos policías asiáticos se encargaron de leerle a Nyscalo sus deberes y derechos, aunque no serían muchos dado el protocolo. Uno de ellos capturó la leída del manifiesto con una cámara de vídeo, algo que ya se podía imaginar el intrépido viajero.
Gran Hermano
Antes del traslado, Nyscalo recibió dos imágenes de parte de su esposa. Una de un sensor, que se encontraba junto a la puerta de su vivienda. La otra mostraba una cámara de vídeo perfectamente instalada dentro de la misma. La conclusión es clara: los mecanismos de vigilancia de las autoridades asiáticas son los mismos que los de Mediaset. Eso sí, al menos Vasile hace realidad a partir de una ficción, y no al revés como lo que se encontró Nyscalo.
La ciudad de Shanghái, así como el resto del país, vive actualmente la aspirada ‘vieja normalidad’. El consumo y la economía parecen haberse recuperado por completo. «La vieja normalidad se abre camino a través de las mascarillas. Ya solo son obligatorias en el transporte público y en lugares cerrados con grandes aglomeraciones. También en puntuales controles de temperatura. Ya ni siquiera se mira el resultado que arroja el termómetro de infrarrojos», explica Zigor Aldama, corresponsal de El Confidencial en la capital china.
En cambio, en Europa, mediante un protocolo bastante más laxo, la economía está lejos de volver a sonreír. Concretamente en España, que vive el pico de la segunda ola de la pandemia, ¿qué se ha hecho mal? ¿Han sido las restricciones demasiado permisivas? ¿O el protocolo no ha sido el adecuado? Según la ‘Estrategia de Detección Precoz, Vigilancia y Control del Covid19’ elaborada por el Ministerio de Sanidad, el aislamiento de un positivo confirmado se extenderá «hasta tres días después de que el paciente deje de presentar fiebre con un mínimo de diez días días desde el inicio de los síntomas».
Protocolos
Además, «no será necesario la realización de una PCR para levantar el aislamiento ni para reincorporarse a la actividad laboral» ni, por tanto, para confirmar el negativo y la superación de la enfermedad por parte del paciente. Con actualización del 12 de noviembre, el protocolo de Sanidad consta de 30 páginas, pero detalles como este delatan la diferencia de rigidez entre China y España, si bien el protocolo chino tendría difícilmente el visto bueno de la legislación española por aquello del derecho a la intimidad, entre otros aspectos.
Nadie tiene la gallina de los huevos de oro para hacer que recuperemos la normalidad. Ahora, que los positivos no se sometan a un segundo PCR para comprobar si están preparados para regresar a la vida de la ‘nueva normalidad’ haría implosionar a cualquier ciudadano de la gigantesca Shanghái.
Son dos modelos bien diferenciados a la hora de tratar una crisis mundial sin precedentes. Eso sí, Nyscalo, superviviente de la odisea asiática, ya se encuentra en Ítaca, capital mundial de la ‘vieja normalidad’.
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