Correos ha emitido hoy un sello dedicado a Luisa Ignacia Roldán, más conocida como “La Roldana”, la escultora sevillana que consiguió ser la primera mujer reconocida como tal y hacerse un lugar entre los mejores de su época. En pleno auge del Barroco, se convirtió en escultora de la corte de Carlos II y del primer Borbón en el trono español, Felipe V, gracias a su trabajo y talento, y se ganó la vida con una profesión con la que pocas mujeres lo habían hecho antes.
Nacida el 8 de septiembre de 1652 en Sevilla, “La Roldana”, aprendió el oficio en el taller de su padre, Pedro Roldán, un reconocido escultor de la capital andaluza. Puesto que el negocio recibía una gran cantidad de encargos, la mayoría de los doce hijos del matrimonio trabajaron en él. Un lugar que estaba destinado a determinar por completo la vida de la joven.
Su carrera profesional independiente del núcleo familiar comenzó también en Sevilla junto a su marido, con quien trabajaba codo con codo formando equipo y produciendo una gran cantidad de obras para satisfacer los encargos de conventos y cofradías. La pareja se hizo un hueco en el panorama artístico y pronto los encargos empezaron a llegar desde fuera de la ciudad.
Esta figura reúne algunas de las particularidades propias de esta etapa de la escultora como es el realismo dramático que refleja el rostro de Jesús, el detallismo en la confección de los ropajes y el esmero en la talla de los cabellos, todas ellas aprendidas en el taller de su padre. Otras obras como la Dolorosa de la Soledad (1688), San José con el Niño y San Juan Bautista o el grupo de la Sagrada Familia pertenecen al mismo periodo.
Religión
Luisa Ignacia se acercaba así al canon de la época. Toda su producción está asociada a temas religiosos representados a partir de una estética barroca y adaptados a las nuevas directrices salidas del Concilio de Trento (1545-1563) que, para enfrentarse a la Reforma protestante, prefería un arte humanizado que acercase la religión al pueblo. Algo que “La Roldana” consiguió atribuyendo una gran expresividad y dramatismo a sus obras.
La poca documentación sobre ella deja en la sombra muchas etapas de su vida, como la más cercana a su muerte, que tuvo lugar el 10 de enero de 1706. Ocurrió pocos días después de firmar una declaración de pobreza, pues a pesar de su éxito profesional, las estrecheces económicas nunca abandonaron a esta pionera que sorteó todas las dificultades para dedicarse a aquello que mejor sabía hacer: arte.
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