Cada vez más, Granada está logrando volver a la tan ansiada normalidad. Las mascarillas aún siguen siendo tendencia en las calles o los codos continuan saludando a conocidos y a extraños. La desescalada ya les ha dado el visto bueno a los comercios para retomar su actividad. Todo parece indicar que cines, teatros o estadios de fútbol también la retomarán en breve. Pero, ¿qué pasa con el evento más celebrado en tiempos de calor y vacaciones?
La Asociación de Profesionales de Bodas de España (APBE) considera que la pandemia del coronavirus ha provocado la suspensión de 59.057 bodas en España desde marzo hasta junio. Ahora, con la llegada de la fase 3 a Granada, los enamorados podrán volver a darse el ‘sí quiero’, pero con restricciones y condicionantes para decirle ‘no, gracias’ al COVID-19.
Esta situación ha afectado principalmente a las miles de parejas que han tenido que suspender o, al menos, aplazar su enlace matrimonial. Un sector que también se ha visto perjudicado es el encargado de la logística del evento: los organizadores de bodas.
APBE ha anunciado medidas de prevención como reducción de aforo, límites de ocupación o extremar la higiene para las bodas que puedan tener lugar a corto plazo. A largo plazo está por ver, pues “estamos con un lío muy grande, si te digo la verdad. Todavía no ha quedado nada claro lo que se puede hacer y lo que no, actualmente”, nos cuenta Olga, que trabaja en la empresa organizadora ‘Mi Boda y Eventos’.
Este establecimiento situado en el barrio de Los Pajaritos asegura que desde que se proclamó el Estado de Alarma han tenido que cancelar diez eventos entre comuniones y bodas. “La gente no quiere celebrar su boda con mascarilla. Quieren que los invitados se lo pasen bien. Por eso mucha gente nos está pidiendo modificar la fecha”, afirma Olga. De hecho, desde la llegada de la fase 3 a Granada “hemos recibido el encargo de cinco bodas, pero para 2021”.
Parece que los enamorados no se fían del 2020 para sellar su amor. Olga también achaca las cancelaciones a la incertidumbre con la que vivimos estos días. “Son momentos de muchos cambios y todo está muy complicado”. Aún así, para después del verano Olga y sus compañeros cuentan con tres encargos de boda que desde ya estudian cómo organizar. “El ámbito más difícil de planificar ahora mismo son las distancias entre los invitados”, añade. Por último, esta organizadora de bodas espera que estas nuevas medidas no perduren para siempre en el protocolo. “Imagino que cuando encuentren la vacuna…”, concluye.
Tampoco se libran los banquetes
Al igual que los edificios civiles o eclesiásticos que acojan la ceremonia matrimonial, los restaurantes no serán ajenos a la nueva normalidad de los convites. Aquellos establecimientos que siempre han sido capaces de reunir a cientos de personas para comer, beber y reír en torno a los novios también tienen pendiente su readaptación. Utilizar manteles de un solo uso o la prohibición de convertir el local en una discoteca son otras de las medidas que el sector hostelero tendrá que respetar a la hora de acoger bodas.
“Si nos ayudan a llegar a la normalidad, bienvenidas sean. Por otro lado, entiendo que estas medidas son muy estrictas en la hostelería en comparación con otros sectores”, nos asegura Joaquín, el organizador de eventos del restaurante Pilar del Toro. El establecimiento aún no ha abierto y está sufriendo las consecuencias de la pandemia. “El año 2020 está perdido completamente –explica-. Es muy difícil calcular la pérdida económica que estamos obteniendo. No es solo la pérdida de lo que ya teníamos contratado y que no se ha facturado, sino además lo que ha dejado de entrar”.
Las prohibiciones a la hora de viajar o las nuevas formas de trabajo han terminado por tirar por tierra cualquier esperanza que pudieran tener los hosteleros de la capital para salvar la temporada. “El turismo no existe y el público granadino, que a lo mejor trabajaba entre semana y podía ir a comer, ahora teletrabaja y come en casa”.
Ante la nula entrada de beneficios, la liquidez se comienza a resentir y los trabajadores se llevan la peor parte. “De una plantilla de más de veinte personas hemos pasado a una. No tenemos funcionando ni la cocina. Por tanto, no tenemos ningún evento planificado en el corto plazo”, se resigna Joaquín.
Al igual que otros sectores, la hostelería trabaja ya en la reactivación de cara al año 2021. “Entre bodas, congresos y otros eventos, el 80% de lo que teníamos planificado se ha aplazado al año que viene. Alrededor de un 20% se ha movido a septiembre y octubre. Llevamos casi cuatro meses cerrados y sin buenas perspectivas”.
Al igual que Olga, Joaquín no desea que las nuevas medidas de prevención hayan venido para quedarse. De hecho, se acuerda de la Ley Antitabaco, que provocó la habilitación de espacios diseñados única y especialmente para fumadores y que más tarde fueron prohibidos por completo.
Las pérdidas económicas, la incertidumbre acerca de los cambios que se avistan por el horizonte o la desilusión de las familias por perderse el evento del año son algunos de los daños colaterales que este COVID-19 nos ha brindado. 2020 pasará a la historia como un año negro. El inicio de una nueva y oscura crisis que a saber cuándo fallece. El amor es lo único que continúa inmune.
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