Poco queda para dar por terminada la primera semana de vigencia de las últimas medidas sanitarias para hacer frente al avance del coronavirus en toda España. Unas medidas que crearon alivio en muchas personas que desean con todas sus fuerzas que esta situación de trágica debilidad casi ‘hollywoodiense’ termine para siempre.
Sin embargo, no todo es de color de rosas. Esa sensación de alivio contrastaba y contrasta con lo que sintieron y sienten los trabajadores del sector de la hostelería. Principalmente, con los hosteleros del ocio nocturno, los grandes perjudicados del BOE, del BOJA o de cualquiera de las últimas decisiones de las instituciones.
Ante la nueva limitación del horario de apertura de sus negocios hasta la 01:00 de la madrugada, estaba claro que aquellos locales que se dedicaban a recoger a las criaturas que habitan la noche se iban a ver abocados al cierre. «Tradicionalmente, cerca del 50% de facturación lo teníamos de las 24:00 a las 03:00 horas. Ahora, ese horario se ha ido», afirma Raúl López, gerente del ‘garitobar’ Perra Gorda, situado en el centro de Granada.
«Desde el final del estado de Alarma, bajamos un 50% nuestra facturación. En los dos últimos días, con las nuevas medidas de sanidad, hemos tenido que bajar otro 30%. Ya es un 80%. Estamos intentando sobrevivir, pero es muy complicado», apunta.
La situación ha asestado un nuevo golpe a todo el ámbito nocturno, desde los responsables hasta los trabajadores corrientes. Raúl asegura que han tenido que volver a meter a cinco empleados en ERTE. Lo hace con la resignación típica y normalizada de los tiempos de crisis. Pero también con la indignación furiosa de alguien que no termina de comprender el porqué de esta nueva restricción.
«En el Generalife han estado metiendo a 2.000 personas hasta hace dos días»
«Tenía que haber una cabeza de turco y nos han usado a nosotros. De todos los rebrotes que ha habido en el país, sólo el 6’2% los generaba el ocio nocturno -asegura-. El resto correspondía a temporeros, fiestas… Estoy convencido de que la gente no se va a ir a casa a las 01:00. Habrá fiestas clandestinas y descontroladas en pisos, casas…, donde seguirán floreciendo los rebrotes, porque no están reguladas. Nosotros hemos sido el chivo expiatorio».
Además, la indignación se acrecenta en su tono conforme va saliendo la comparación con otros sectores, como el de transportes. Mascarilla obligatoria en trenes, autobuses, aviones…, por supuesto. Pero, ¿dónde están las distancias de seguridad tan exigidas desde las administraciones? «Te metes en cualquier transporte y menuda vergüenza», clama el gerente.
El sector de la cultura, el otro gran maltratado antes y después de la crisis sanitaria, también sale a la palestra.»En el Generalife han estado metiendo a 2.000 personas hasta hace días. Además, se están celebrando eventos grandes y multitudinarios en la Plaza de Toros». Algunos de ellos, no sólo necesariamente en la capital, con el público asistente incumpliendo claramente las medidas de seguridad. Algo que, para Raúl, no se producía en la hostelería. «El que haya salido por el centro de Granada habrá comprobado que las formas de salir han cambiado. Había rigurosidad absoluta a la hora de respetar distancias, protocolos…».
Sin embargo, el Gobierno central no compartía esta visión, llegando a asegurar que el ocio nocturno era uno de los principales focos de contagio en España. Para muchos hosteleros, como Raúl, la situación es «insostenible» y cargan contra Moncloa. «Esto es una debacle. No se soluciona dando ‘paguitas’ de 400 euros que no van a revertir ni a generar infraestructura económica para que en un futuro se mantenga el trabajo. ¿De qué se trata? ¿De callar bocas? No acabo de entender cual es el plan de fondo. De hecho, parece que no lo hay. Este virus parece que es selectivo, que solo ataca de madrugada y con un vaso de cristal en la mano».
El sector pide ayudas… y una transformación
En otros países como Francia, Alemania o Italia se ha cerrado el ocio nocturno y se ha ido acompañando en paralelo con una serie de medidas y apoyos para rescatar el sector y garantizar que el periodo de cierre sea «soportable», cuenta. Bien, ¿cuáles son estas ayudas -que no ‘paguitas’-? «¿Qué hacemos con los alquileres? Venimos de varios meses perdiendo dinero a destajo. ¿Qué pasa con los suministros? ¿No se puede aprobar una medida que haga que los locales que no pueden abrir tengan un descuento?».
Actualmente desde el sector se desconocen los planteamientos del Gobierno para ayudar a la pequeña y mediana empresa en este momento. De seguir así, «se la pueden cargar…», aclara Raúl. Algunos han decidido dar un salto mortal para no perecer en este intento de supervivencia económica. Concretamente, la Perra Gorda se ha transformado en un establecimiento de almuerzos, cenas y snacks con el que, junto con la venta de copas y cocktails por las tardes, pretende salir adelante. Un servicio inédito en sicho establecimiento.
«Tenemos licencia de restaurante. Básicamente, nos adaptamos a tener más mesas en su momento, y ahora hemos metido menaje, manteles, cubiertos, cartelería, nueva indumentaria, etc. Estamos actualizando nuestro nuevo servicio a través de nuestra imagen en redes sociales». Son tiempos de cambios constantes, de rachas y depresiones. La única vía clara de escape es la continua renovación. Y pasar de la noche, a la tarde.
«La única vía que encuentro para seguir es empezar a vender comida y que la gente empiece a consumir antes. Si no, es insostenible». Los cambios en el BOE supusieron «una bofetada» para el sector y para Raúl, pero un nuevo confinamiento supone hoy su principal temor y el de otras muchas familias. «En total, tengo cinco locales. Dos se irían a la basura. Y un tercero casi que también».
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