22 de noviembre de 2024

Noventa años de gloria, dolor y eterna lucha

FOTO: Granada CF

Un 6 de abril de 1931 comenzaba una historia a la que le aguardarían múltiples capítulos por escribir. Algunos dulces, otros amargos, unos cuantos con sabor a fango y otros cuantos días de vino y rosas. Noventa años dan para mucho. Para una vida entera. Sin embargo, la del Granada CF es una historia inacabada, pues su narrativa está lejos de haber alcanzado su clímax.

De autor anónimo, parece que la novela rojiblanca, la novela de los granadinistas, ha avanzado desde el nacimiento del Club Recreativo de Granada por capricho y desdicha de algún ser superior. Como una tragedia griega en la que el Olimpo hace y deshace a su antojo en el mundo mortal por mero entretenimiento y gozo.

No se podría explicar de otra manera que el Granada CF, el conocido y temido ‘Matagigantes’, bajara a los infiernos y estuviese a punto de perecer ante la total indiferencia y desgana de los granadinos más ilustres y plateados a principios del nuevo siglo. Como en Grecia, los ilustrados decidieron brindar pan y circo al pueblo con experimentos con gaseosa en forma de nuevos clubes. Nuevos clubes que, de no haber sido por tan despiadados fines, podrían haber convivido con una ciudad que ya era rojiblanca desde mucho antes de que los laboratorios empezaran a tramar.

Sin embargo, lo que parecía una tragedia se ha terminado convirtiendo en toda una epopeya. Una especie de canto popular, que corre de boca en boca por todos los rincones, con la que se saca pecho del ser granadino. Una especie de orgullo que va más allá de la era musulmana, los versos del poeta o el blanco resplandor de la montaña. Un orgullo labrado entre todos y nunca olvidado por aquellos a los que tildaron de ‘locos’.

FOTO: Pepe Villoslada/Granada CF

Los eterna lucha del Granada

Por todo lo vivido, y por todo lo que está por llegar, el cumpleaños feliz del Granada, el equipo de los granadinos, se entona con más fuerza que nunca desde las mismísimas Filipinas. Ellos fueron los últimos en perder la fe. Los primeros en cultivar aquello de la eterna lucha.

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