Los estafadores cibernéticos se reinventan continuamente para tratar de engañar a los usuarios de distintos servicios de mensajería. Y el comienzo, el pasado 1 de abril, de la campaña para realizar la declaración de la renta, trae consigo nuevos riesgos para la ciudadanía.
El mayor ejemplo de estafa cibernética hoy en día es el ‘phishing’. Consiste en la suplantación de identidad de algún organismo de confianza, sobre todo a través del correo electrónico. El agente malicioso se hace pasar por un estamento oficial con el fin de acceder a datos del ordenador de la persona estafada. Por ejemplo, desde que se abrió el proceso para entregar la declaración de la renta, muchos estafadores se han hecho pasar por la Agencia Tributaria con el fin de solicitar datos bancarios.
Las consecuencias que puede tener caer en una estafa de este tipo pueden ser el robo directo del dinero en nuestra cuenta bancaria, el uso indebido de nuestras tarjetas de débito y crédito, la suplantación de identidad para operar de forma fraudulenta en nuestro nombre o la venta a terceros de nuestros datos personales.
Las autoridades ya han advertido de estos sucesos y han avisado de que los organismos oficiales nunca solicitan este tipo de datos vía email, SMS o llamada telefónica. Además, se aconseja la realización de este tipo de trámites mediante la web oficial de la Agencia Tributaria o su APP, que se encuentra disponible desde el ejercicio 2018.
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