Con vísperas al 14 de febrero, los enamorados más rezagados aún están dándole vueltas a su plan de San Valentín. En otras ocasiones se pudo resolver con un plan de cine, cena, paseo o cualquier otra opción de ocio. Sin embargo, ahora la pandemia ha traído demasiados quebraderos de cabeza como para disfrutar de un rato en pareja sin ninguna preocupación.
Las restricciones de movilidad y horario, junto con la suspensión de las actividades no esenciales, en gran parte de la provincia de Granada no ayudan para que San Valentín dispare sus flechas en mitad de una pandemia mundial. Lo saben los enamorados y, también, los negocios que reciben con agrado la celebración global del amor.
«No tenemos muchas previsiones de venta. Este año hay menos encargos, menos eventos… Menos movimiento, en definitiva», explica Lola, propietaria de la floristería Atrezo. Desde el Paseo del Emperador Carlos V en el Zaidín, esta florista granadina aclara que en su sector «tenemos mucha incertidumbre. Traemos material y no sabemos si va a haber encargos, o si la gente va a comprar flores en otro sitio por el cierre perimetral».
En un momento en el que el consumidor medio ya adquiere menos flores, el coronavirus ha terminado por dar el golpe de gracia a un sector que se encuentra prácticamente maniatado. «Las floristerías estamos como la hostelería. Nos enfocamos mucho al tema de eventos y bodas. Todo eso está cancelado en estos momentos, o se pospone con frecuencia».
«No somos actividad esencial»
De las flores a los perfumes y todo sigue igual. «Este año no hay ambiente ninguno de enamorados. Este año está mucho más flojo». Ana asume que la perfumería Coqueteo en la que trabaja, dentro del Centro Comercial Neptuno, no es una actividad esencial, por lo que «la gente tiene otras prioridades ahora» como para adquirir productos de belleza.
«Notamos mucho la pandemia. Ahora tenemos un descuento del 40% en prácticamente todos los productos para intentar animar a la gente a que compre. También estamos haciendo sorteos…», informa. Además de estas iniciativas, Ana considera que deberían tomarse otras medidas de ayuda a estos negocios tan perjudicados por el virus.
«La reducción del alquiler del local sería de gran ayuda dadas las ventas que estamos teniendo. Necesitamos ayudas para poder sobrevivir estos años. Si no, vamos a tener que acabar dando el ‘persianazo'», confiesa.
Lola dobla la apuesta. «Además del alquiler, una reducción de la cuota de autónomos podría compensar. Es una barbaridad para los derechos que nos da. Tenemos pérdidas del 80% y los gastos son los mismos. Solo con ayudas podremos afrontar esta situación». Esta tarea no corresponde a San Valentín que, por una vez, no parece haber acertado.
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