El sector de la cultura lucha día tras día contra los perjuicios que le ha supuesto la crisis del COVID19. Muchos negocios comienzan a reabrir sus puertas, y lo hacen con incertidumbre acerca del futuro incierto que se les aproxima. Tras más de tres meses de inactividad, el cine Megarama ha regresado con sus proyecciones en la gran pantalla.
Como otros muchos establecimientos, el cine situado en la segunda planta del Centro Comercial Neptuno se ha visto obligado por ley a limitar su aforo al 75% del total. Por supuesto, también a implantar diversos protocolos de higiene y desinfección para garantizar la seguridad tanto del público como de sus trabajadores.
«Entre pase y pase de una misma sala tenemos que proceder a limpiar y a desinfectarlo todo: butacas, suelo…», asegura María Dolores Asensio, gerente del cine. En Megarama han iniciado la ‘nueva normalidad’ con poco más de una decena de sesiones diarias repartidas entre sus seis salas. Debido a estos procesos de limpieza, cada sala podrá llegar a albergar entre dos o tres sesiones al día.
Mascarilla obligatoria, distancia interpersonal y otras medidas
Pero las medidas de higiene no afectan solamente a la plantilla, sino también a los espectadores. El uso de la mascarilla es obligatorio en todas las instalaciones del cine. «Solamente permitimos guardarla dentro de la sala si el espectador va a beber o a comer durante la proyección», apunta la gerente.
Además, se controlará el acceso al vestíbulo de forma que se realice ordenadamente y respetando la distancia de seguridad mínima de un metro y medio. «En este cine se solía producir una avalancha en la puerta y en taquilla. Ahora no puede ser. No vamos a permitir aglomeraciones ni colas».
El vestíbulo está lleno de cartelería que recuerda todo tipo de recomendaciones sanitarias. Junto a la figura de Daniel Craig o de Will Smith se hallan botes de gel hidroalcohólicos, señales pegadas en el suelo o consejos de cómo toser sin poner en riesgo al resto. Los baños también incluyen medidas de seguridad y se ha reducido su aforo a la mitad.
En lo que respecta a la venta de entradas y otros productos, «recomendamos que se opte por el trámite online y por el pago con tarjeta» para evitar la manipulación de dinero en metálico. Dentro de la sala, siempre se dejará libre un asiento entre clientes o grupos de clientes. De este modo, un grupo familiar o de amigos podrán sentarse juntos en la sala, pero dejando siempre una butaca vacía con respecto a otros clientes tanto por la izquierda como por la derecha.
«No somos policías»
«La gente va a los bares y consume, sin ningún miedo. Pero los cines o los teatros somos recintos cerrados, así que notamos más el temor del público –se lamenta María Dolores-. Pedimos al público que venga que respete nuestras indicaciones y medidas de seguridad». En efecto, la plantilla de Megarama velará por el cumplimiento de estas normas, o al menos lo intentará.
El cine ha reabierto con un total de tres trabajadores como consecuencia de la crisis económica que ha desencadenado el virus. «Esperamos poder recuperar a la totalidad de la plantilla en breve. Mientras tanto, quiero recordar que no somos policías», por lo que pide compromiso y conciencia a los cinéfilos asistentes.
En cuanto a las consecuencias de un fuerte rebrote en la capital, la gerente asume que «sería un golpe muy duro para mi sector. Principalmente para los compañeros que tienen que hacer frente a altos impuestos de alquiler, porque los que estamos abriendo dependemos de nuestro saneamiento económico».
Por suerte, «Megarama tiene un buen acuerdo con el centro comercial, por lo que estamos tranquilos. Sin embargo, otros compañeros pueden verse obligados a cerrar. Sobre todo los que cuentan con un mayor número de metros cuadrados», sentencia María Dolores.
Granada recupera el cine, pero nadie acierta a vislumbrar el desenlace de este largometraje. ¿Habrá final feliz?
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