Y al tercer día, la hostelería resucitó. La pandemia del coronavirus ha dado un vuelco total a nuestras vidas desde su llegada el pasado mes de marzo. El virus ha afectado a todos los niveles, ya sea social, económico o laboral. Precisamente, muchos trabajadores relacionados con el sector de la hostelería y el turismo tienen que resignarse a cerrar sus locales tras las últimas medidas de la Junta de Andalucía. Pero el no trabajar implica llevar cero sustento a casa.
Por ello, los miembros del sector han acudido a la llamada de la Federación Provincial de Hostelería y Turismo este jueves 12 de noviembre y han llenado las calles del centro de Granada con caceroladas, petardos y reivindicaciones. Entre ellas, que se les permita trabajar o que las instituciones rescaten a un sector importantísimo para la economía de la provincia.
Desde las 10:30 horas han comenzado a llegar los primeros participantes de la movilización que ha recorrido el centro de la capital y que se ha terminado estableciendo en la explanada del Palacio de Congresos. Desde Triunfo, se han congregado varios miles de hosteleros granadinos para recordar que si no hay ayudas, «nos arruinan».
«Los políticos no piensan en lo importantes que somos. No somos la causa, sino la solución para que disminuyan los contagios. Sin bares, la gente se reúne en domicilios, donde no hay tantas medidas de seguridad e higiene. Ahí es donde se producen los contagios», cuenta África, hostelera. Con un restaurante y un bar a su cargo, África asume que este cierre «va a ser la ruina para mí como hostelera, pero también para los empleados. Nos dicen que tenemos el ERTE, pero nunca llega. Los empleados no llegan a cobrar a tiempo y nos seguimos endeudando«.
En muchas ocasiones al hablar de la hostelería se pone el foco en las cifras económicas y no tanto en las personas que se dedican a ella. Los nueve trabajadores de África representan a nueve familias distintas que viven de la hostelería y que ahora se preguntan exactamente de qué vivir mientras permanezca el cierre. «Más allá de las familias, hay mucha gente implicada en el sector. Limpieza, carnicería, distribución, panadería… Si no trabajo yo, ellos tampoco. Si cae uno, caemos todos. Es un efecto dominó», afirma África.
«Granada es una ciudad muerta»
A lo largo de su marcha por la Gran Vía, os hosteleros han exigido que alguien detenga la caída de este dominó. Pero, con el virus aún suelto y totalmente descontrolado, la pregunta se sitúa en el cómo. «Necesitamos soporte económico. Los locales cierran, pero siguen pagando el alquiler sin conseguir beneficios. La calle Mesones está al 50%, San Antón al 40%, Gran Vía al 30%… Granada es una ciudad muerta», clama Daniel, trabajador del sector e italiano afincado en Granada.
Dentro del plan de rescate que la hostelería exige a las instituciones se hallan algunas medidas como la suspensión de los gastos mientras que dure el cese de la actividad. Además, también solicitan moratorias en el pago de las hipotecas, renegociar los alquileres, ayudas directas para autónomos… «Estamos muriendo y nadie hace nada. Ni la Junta, ni el Ayuntamiento…, pero bien que destinan 3’7 millones de euros al metro. Necesitamos ayudas, no el metro», explica el trabajador.
La capital granadina, así como el resto de la provincia, encadena tres días consecutivos con las actividades no esenciales cerradas. «¿Qué Granada tendremos en el 2021 con una ciudad completamente cerrada?», se pregunta Daniel. Por ahora, una ciudad que pretende comenzar a reducir su elevada incidencia de contagio sin miramientos.
«Con controles y si somos responsables controlaremos la pandemia. Cerrar la hostelería no sirve para nada. Los científicos dicen que con la distancia de seguridad no hay riesgo y eso lo cumplen nuestros locales. Tenemos asegurado el paso del aire para garantizar una correcta ventilación, desinfectamos todas las mesas… Somos seguros», afirma.
«Muchos nos vamos a quedar en el camino»
«Nosotros guardamos la distancia de seguridad, tenemos las medidas de higiene exigidas, guardamos un control para que no haya contagios… En la calle no podemos controlar nada, pero en nuestros establecimientos sí«, relata otro hostelero, Miguel Ángel. Este dueño de un bar pone en duda que la hostelería sea una actividad no esencial. «La hostelería es esencial. Damos un servicio muy grande para toda la sociedad. Este cierre va a suponer unas pérdidas grandísimas. Los trabajadores somos los que salimos perdiendo».
Por tanto, Miguel Ángel tiene claro lo que va a acarrear la suspensión de su actividad. «Para muchos el cierre va a ser terminal. Nos vamos a quedar en el camino muchos hosteleros. Pedimos a las instituciones que estudien la situación y que aprueben medidas para poder continuar con nuestro trabajo».
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