Ha llegado el día. Tras más de dos años imaginando el momento, subrayando líneas y líneas de apuntes o analizando morfosintácticamente oraciones sacadas de una conversación con Dostoyevski , cada una con más mala uva que la anterior, ha llegado el día. Más de 7.000 estudiantes han comenzado sus exámenes de Selectividad en Granada, la llave que les dará acceso a la vida universitaria.
La Selectividad –la prueba definitiva capaz de decidir el futuro de adolescentes con más de 60 años de vida por delante- se concibe caprichosa desde primera hora de la mañana. A las 8 se han tenido que personar los alumnos en sus centros examinadores. Madrugón para validar su documentación personal y pasar el primer test: el sanitario.
Mascarilla enfundada, manos desinfectadas y para adentro. Media hora más tarde, todos a sus puestos de combate –eso sí, con dos metros de separación- para enfrentarse al primer examen de verdad de la jornada: Lengua Castellana y Literatura. Encima, en un país del que se dice que sus jóvenes cada vez leen menos. ¿Casualidad o justicia poética?
“Ha ido bien. Sinceramente, creía que iba a ser peor, pero se han portado bien”, dice Blanca a la salida del examen en la facultad de Ciencias. Junto con su compañera Isabel, comentan la jugada, como los jubilados en la barra del bar un lunes de post jornada liguera. “Nos ha caído un texto argumentativo y otro del libro de Carmen Martín Gaite. En literatura nos han preguntado una pregunta de cada uno de los tres bloques que podían caer”, explica Isabel.
Debido al cese de la actividad docente presencial a causa de la pandemia y a las dificultades que ha supuesto retomarla bajo las tiquismiquis exigencias informáticas, los estudiantes se enfrentan a un modelo de examen diferente al de otros años y algo más condescendiente. Un examen con más preguntas a elegir y descartar por el alumnado para asegurar que cada uno de ellos haga frente a algo que sí hayan tratado a lo largo del curso escolar.
Mascarilla obligatoria en el aula: ¿incomodidad veraniega?
Esta Selectividad será recordada como la Selectividad de la pandemia. La Selectividad de la mascarilla y del gel desinfectante. “Los protocolos de seguridad han estado bien y no nos hemos agobiado con la mascarilla”, asienten Blanca e Isabel, “porque las aulas están bien ventiladas”. Pero como siempre, hay opiniones como colores en la paleta cromática.
“Se hace raro estar dentro de la clase con mascarilla y realmente molesta”, contradicen Víctor y Miguel en la puerta de la misma facultad. “Además, hacía mucho calor, y eso que era el primer examen. Cuando lleguemos al tercero…”.
Más vale adaptarse rápido a los tiempos de la readaptación diaria. Los exámenes se alargarán hasta pasado el mediodía del jueves, momento en el que los nervios se trasladarán a la espera de las calificaciones. Sea como sea, el final de la Selectividad “lo celebraremos seguro. Alguna reunión tranquila con amigos en la piscina o algo así”, promete Isabel. Más tranquilamente prefiere vivirlo Blanca, que dice conformarse “con una buena siesta”.
Las calificaciones finales –que se conciben sobre 14- se publicarán a finales del mes de julio en la web de Distrito Único Andaluz. Miguel necesita en torno a un 6 para poder acceder al grado de Economía o un 8 para el de Administración de Empresas. Algo más exigente es la nota de corte de Víctor, ya que para entrar en alguna ingeniería necesita en torno a un 9, o en su defecto un 11 para hacer lo propio en Matemáticas. Ambos en Granada, pues las notas de corte varían dependiendo de la demanda de matrículas en las distintas universidades públicas.
La lección más valiosa
Por su parte, Isabel planea mudarse a Málaga para estudiar alguna ingeniería. Para ello, deberá llegar al 11’069. Blanca prefiere quedarse en Granada para estudiar Medicina, que está en un 12’8, o Enfermería en su defecto. Su gran esfuerzo académico que podría verse perjudicado en caso del surgimiento de nuevos rebrotes. El virus obligaría a modificar casi con total seguridad el próximo curso. “Puede que el curso se imparta 50% presencial y 50% de manera telemática”, asegura Blanca según las previsiones de su madre, que trabaja dentro de la Universidad granadina.
“He oído que el curso será telemático durante el primer cuatrimestre –comenta Miguel-, pero actualmente vivimos en la incertidumbre. Toca reinventarse. Cada día surgen imprevistos”. Ninguno de ellos, seguramente igual que el resto de los 7.000, tiene un plan ‘B’ en caso de que el virus golpee de nuevo sus vidas.
La prioridad, aseguran, es la de terminar los exámenes y quitarse la patata caliente de encima. Eso sí, como todos, comienzan a descubrir la vida por sí solos. Más allá del mundo que les pintaron sus padres y maestros. “La Selectividad no es para tanto. Si has estudiado y la llevas bien, no tienes ningún problema ni por qué preocuparte”, desvela Miguel. Su primera lección de la ‘nueva normalidad’.
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